Cumplir
y respetar las leyes no es una “contradicción”, contradicción es
autodenominarse “ejército del pueblo” y asesinar a ese pueblo, propendiendo
mediante improperios y calumnias amilanar la labor de la Fuerza Pública,
presentándolos como el “palo atravesado en la rueda de la paz”.
Por: Sucesos
8 de Abril de 2015
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Narcoterroristas Farc-Ep |
Ante
la retórica manejada por las Farc en los últimos meses, respecto de la supuesta
“buena fe” y “voluntad de paz” con el establecimiento de un “Cese unilateral del
fuego e indefinido”, valdría la pena preguntarse ¿qué tanta acogida y respaldo
tiene por parte de la “guerrillerada” tal determinación? ¿Qué tan real es la “buena
fe” y “voluntad de paz” de la que
presumen los cabecillas desde La Habana? Y ¿qué tan efectiva ha sido la
“loable” intensión en el terreno y para quienes los habitan?
Para
hablar de la acogida y respaldo de la “guerrillerada”, vale imaginarse que han
hecho en estos meses quienes conforman las estructuras criminales de las Farc
en cada uno de los campamentos; habrán guardado las armas y se mantendrán
sentados jugando algún juego de mesa, mientras para su manutención emplean los
dineros acumulados por ese grupo, producto del narcotráfico, extorsión y
secuestro? No, realmente esto es difícil de creer.
Las
Farc, como empresa terrorista, más allá de las palabras y de la supuesta
demostración de “buena fe”, continúan haciendo lo que mejor saben hacer,
atentar contra el pueblo colombiano, porque no basta “cesar todo acto hostil
contra las Fuerzas Militares y de Policía”, es contra los colombianos que deben
cesar todo acto de terror, incluyendo los métodos de criminalidad como la
extorsión, narcotráfico y minería ilegal, entregando las armas que ilegalmente
tomaron; y la Fuerza Pública continuar dando cumplimiento al mandato
constitucional de defender y proteger a la nación.
Que
las Fuerzas Militares y la Policía Nacional propendan, sin descanso, por la
seguridad de los colombianos, la que finalmente se refleja en desarrollo y prosperidad,
no se constituye en un sabotaje a las muestras de “voluntad de paz y
reconciliación” de un grupo ilegal que atentando contra su propio pueblo,
resolvió llegar al poder por vías de hecho, rompiendo todo orden y estabilidad
institucional, y ahora apelando a “un borrón y cuenta nueva”, pretenden
indilgar la responsabilidad de millones de vidas truncadas y perdidas a quienes
como depositarios del monopolio de las armas, han resguardado a Colombia
durante décadas.
Fácil
resulta limpiar la imagen propia pisoteando la labor de la contraparte.
Justificar el mal actuar en las conductas del otro es altamente conveniente
cuando en una negociación no se está dispuesto a ceder en posiciones y muchos
menos acarrear con los costos políticos, económicos, sociales y jurídicos, de
haber empleado la violencia contra una nación entera. Cumplir y respetar las
leyes no es una “contradicción”, contradicción es autodenominarse “ejército del
pueblo” y asesinar a ese pueblo, propendiendo mediante improperios y calumnias amilanar
la labor de la Fuerza Pública, presentándolos como el “palo atravesado en la
rueda de la paz”.
No
un palo empleó las Farc para detener la rueda de la paz, utilizaron
fusiles, armas no convencionales, minas
antipersona y el narcotráfico, para precisamente desproveer al pueblo colombiano
de esos bienes invaluables como lo son la seguridad y la paz.
Bajo
este raciocinio trabajan los mandos militares y de policía, a lo que se suma la
convicción y vocación que acompaña todo acto bien intencionado, cobijado por las
leyes. Nunca “cunde el temor de convertirse en responsables del fracaso de unas
conversaciones de paz” pues reconocen con honor que gracias al sacrificio de
muchos hombres y mujeres que forman parte de la Fuerza Pública, la Mesa de Conversaciones
de La Habana es viable, porque las Farc entendieron que mediante el uso ilegal
de las armas no accederían al poder político.
Verificar
y certificar la palabra de las Farc no es tarea fácil, no solo por antecedentes
como el Caguán, o por los compromisos rotos durante este proceso, sino porque
son conocidas las alianzas nefastas entre este grupo el Eln, Epl y Bacrim. Además,
cómo se explica que este grupo insista en el cese bilateral del fuego, cuando
ellos al supuesto gesto unilateral de “cesar hostilidades” suman un discurso en
el que apelan a la no entrega de las armas y a la no desmovilización? Esto deja
claro la verdadera intención de las Farc, seguir delinquiendo y empleando
métodos terroristas para continuar amedrentando a los colombianos.
La
sola palabra de quienes por años han engañado, no es suficiente para culminar
un conflicto; para terminar un evento de tales magnitudes violentas y alcanzar
la reconciliación, es indispensable reconocer responsabilidades, las víctimas,
pero ante todo, no condicionar un proceso de paz serio al indulto generalizado
o a la impunidad total, amparándose en un Derecho a la Rebelión que no se
ajusta a las condiciones democráticas de Colombia, ni mucho menos a las
actuaciones terroristas, narcotraficantes y criminales, que de manera
permanente emplean las Farc.
Los
pocos avances que ha tenido la Mesa de Conversaciones en los últimos meses, no
responden a que el Gobierno Nacional no haya respondido recíprocamente al “Cese
del fuego unilateral e indefinido”, eso es simplemente la excusa perfecta para
la exposición mediática que requieren las Farc, responde a que el grupo
terroristas no se reconoce como victimario y a que pretenda impunidad total
ante los delitos de lesa humanidad cometidos durante las décadas de alzamiento
ilegal en armas.
Así,
el presunto fracaso de las conversaciones de paz por el mantenimiento de
operaciones militares ofensivas contra los grupos armados ilegales en
cumplimiento de una orden presidencial y mandato constitucional, es una
estrategia de las Farc para confundir al pueblo colombiano, ante las verdaderas
talanqueras a la paz, donde las posiciones arrogantes e intransigentes de la
delegación encabezada por Iván Márquez, no permiten ceder en puntos vitales
para llegar a un acuerdo definitivo: verdad, justicia, reparación y no
repetición.
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